Se celebraron elecciones nacionales; y a CC.AA. en la Taifa valenciana. Y el resultado, que resultó desazonador, no era en modo absoluto una sorpresa sino algo esperado. ¿Por qué ha ocurrido? Analicemos.
En primer lugar se observa una división de la sociedad española en dos bloques, polarizados. Ha ganado en votos la derecha, y en escaños de forma notable, la izquierda. El resultado en escaños de la derecha, que fue advertida de las consecuencias de su división, no debe ser imputado a un sistema electoral injusto.
La derecha ha sido incapaz de arrebatar voto a la izquierda; sólo se han robado votos entre sí los distintos partidos. Y aún teniendo más voto que la izquierda, ha sido penalizada por no presentarse en coalición. Si al menos al Senado hubieran hecho coalición ante la circunstancia de la posible aplicación del artículo 155; pero ni eso.
Por otra parte, hay un sector de la población totalmente insensible a los argumentos de la derecha. No ha sacado la izquierda más votos, pero a pesar del artificio y mendacidad de su mercancía, sigue arraigado su mensaje. Ello es debido a varios factores que se han de analizar.
El nivel cultural bajo favorece a la izquierda. Esas personas son fácilmente manipulables. Además, genera hábitos como no contrastar las noticias y fuertes prejuicios e inercias. Hay personas que invariablemente siguen votando siempre a lo mismo pase lo que pase, se presente quien se presente. Estas personas tampoco tienen acceso a otras fuentes de información, existiendo una brecha analógica-digital.
En segundo lugar están los medios de comunicación, terriblemente sesgados a favor de la izquierda, con fuerte censura, y de una manipulación bochornosa, propia de película de ciencia-ficción. RTVE es un ejemplo de ello. Le siguen las cadenas privadas, en manos extranjeras, dominadas por la progrez.
En tercer lugar está la educación. En España la educación es uno de los problemas más graves, y la mentalidad inducida desde niños ha generado en los últimos cuarenta años una sociedad indolente, sin principios, indiferente a los problemas que no van más allá de lo localista e inmediato. No hay conciencia social, ni ciudadana, ni sentimiento de solidaridad.
La cultura de la subvención ha generado una sociedad cautiva dependiente de dádivas y ventajas arbitrarias. Genera polarización en torno a expectativas de clientelismo político, que funciona como elemento distorsionador. Y dentro de esta distorsión, la izquierda sale favorecida.
No ha habido en estas elecciones debate sobre economía o presupuestos, esencia de lo que es la democracia: el debate de cómo se ha de gastar el dinero disponible. Se da por hecho que las prestaciones sociales, en particular, el sistema público de pensiones y la sanidad es incuestionable, cuando su viabilidad económica está en serio peligro. La ignorancia, la incultura y la falta de inteligencia se unen para quienes más preocupados deberían estar sean los que menos les preocupe.
Y ello es debido a la mentalidad del votante de izquierdas. No fue suficiente el descenso a los infiernos provocada por Zapatero (“Zp-192”); la incultura y la manipulación impide referencias a Argentina, Venezuela o Grecia que incurrieron en lo mismo. Estar en Europa no impide desenlaces como el desastre griego con las consecuencias en desempleo, que ha superado a España, pérdida de poder adquisitivo y contracción en las prestaciones sociales.
Destaca la falta de sentimiento nacional. Es el mismo fenómeno acontecido n Yugoslavia: sólo había 2 ó 3 millones de yugoslavos; el resto, millones de servios, croatas, eslovenos, bosnios o montenegrinos. En España cada vez hay menos españoles y más vascos, catalanes, gallegos, baleares, valencianos, andaluces… El localismo provinciano es muy fuerte en la izquierda.
También destaca no tener conciencia alguna de Europa, de la Unión, y hasta cierta hostilidad también frecuente en la derecha ante las reformas necesarias o impuestas. Europa sólo se ve como una caja de resonancia para propuestas propias egoístas y estrafalarias. Las candidaturas presentadas a estas segundas elecciones son un muestrario de paletos y tontainas sin disimulo alguno.
Es destacable manifestaciones por “pensiones dignas” en las que manifestantes portan banderas segundorepublicanas. ¿Y quién les va a pagar esas pensiones, el gobierno en el exilio de la II República? Va a ser necesario un lema-revulsivo como el de Cataluña: “¡la república no existe, idiota!”.
Ante este espectáculo deprimente, que desgraciadamente traerá sus consecuencias, creo conveniente la siguiente estrategia:
- No se debe hablar en los mítines en un lenguaje y mensaje para convencidos, sino para convencer al contrario. Se ha de evitar la agresividad característica de formaciones extremistas como VOX o Podemos.
- Se debe ser didáctico y directo con los jóvenes, tradicionalmente marginados de la vida pública. Los jóvenes se han vuelto “podemitas”, y el mensaje debe estar pensado en sintonizar con ellos.
- Los pensionistas son un grupo numeroso. En 1993, Felipe González dirigió el histórico mitin del miedo (“no tengáis miedo”) y Aznar, tras vencer por fin el miedo atávico hizo el Pacto de Toledo, que Podemos ha reventado. Si quieren pensiones públicas, que cuiden las cuentas del Estado que se las proporciona. En 1982 también había miedo a la derecha: pensaba la sociedad de entonces que si ganaba la derecha nos iban a llenar de misiles nucleares norteamericanos (como ocurría en la OTAN por entonces), y que no saldríamos de ella. El PSOE nos metió en la OTAN con calzador, y el famoso referéndum fue un mero artificio viciado. Corolario: hay que combatir el discurso del miedo; del miedo infundado con miedo a lo contrario.
- En 1982 el PSOE prometió 800.000 puestos de trabajo. Ahora no se ofrece trabajo, sino prestaciones porque nos hemos acostumbrado a un cierto nivel de bienestar, sin comprender que esas conquistas sociales pueden perderse porque dependen de la buena situación económica.
- Si no se tiene visión nacional, no se tiene visión de conjunto. Ninguno de los problemas que afligen a España va a encontrar siquiera tregua o alivio con el gobierno de “izquierdas” que saldrá de las urnas. Muy al contrario, los problemas se agudizarán, incluyendo el catalán.
- El problema territorial es tan grave que supera al desempleo o la corrupción, temas capitales de la vida pública. Es necesario abordarlo de forma sincera, que no se ha hecho desde UPyD. VOX no ha aportado nada hasta ahora respecto a este tema que era su principal razón o argumento.
- No cabe indulto a los golpistas. Sería deslegitimar la Constitución y a España y generaría inestabilidad y crisis institucional. Se ha de insistir en ello. Mientras no se afronte con toda contundencia este desafío, España no tiene nada que hacer ni se espera nada en foros internacionales como potencia soberana, llegando tarde y yendo a remolque como país tercermundista. Así de simple; si no nos respetamos nosotros mismos, no esperemos que se nos respete internacionalmente.
- La educación y la lengua española deben ser el eje de las políticas. Lo demás llegará de forma natural desterrando servidumbres ideológicas.
Be First to Comment